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Los bancos de alimentos y la caridad como falsa respuesta al hambre en los países ricos pero con mayor desigualdad
La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto las injusticias y desigualdades
alimentarias que padecen demasiadas personas en el llamado “Norte Global”, especialmente
las de las comunidades marginadas: personas negras, indígenas y de
color (BIPOC, por sus siglas en inglés). En respuesta, los gobiernos y el sector privado
han aumentado las iniciativas de ayuda alimentaria de emergencia, pero no han
abordado las verdaderas causas de la inseguridad alimentaria. Tampoco han seguido
el ejemplo de quienes sufren la inseguridad alimentaria y la pobreza, ni de las
comunidades que se organizan y trabajan de forma recíproca para producir y distribuir
alimentos de forma sostenible. La persistente y creciente tasa de inseguridad
alimentaria actual es un subproducto previsible de los sistemas que se basan en el
“capitalismo de vía lenta”1 y la cultura corporativa, sistemas que tienen un impacto
desproporcionadamente negativo en las comunidades marginadas. De cara al futuro,
los países del “Norte Global” (como Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido),
pueden seguir por el mismo camino que nos ha llevado hasta aquí, o pueden tomar
conciencia y optar por un camino diferente. Este nuevo camino brinda la oportunidad
de reconstruir una sociedad más equitativa y reconocer que la ayuda alimentaria
de emergencia no es la solución a los problemas estructurales y sistémicos que
son las causas subyacentes de la inseguridad alimentaria.