EL día 25N es un día revindicativo para las mujeres de todo el mundo sin excepción, porque todas sufren violencia de algún tipo. La fecha conmemora el día en que 3 hermanas, las hermanas Mirabal fueron asesinadas por el dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Hoy en día los datos de violencia contra las mujeres son escalofriantes en cualquier parte del mundo. Esta violencia bien simbólica o bien directa, tiene múltiples consecuencias para las mujeres, incluida en muchos casos la muerte. Esta violencia es una herramienta clave para el mantenimiento de la desigualdad que se da en todos los ámbitos. Por ello, luchar contra ella y erradicarla es una prioridad para todos los movimientos que buscan la justicia social. Los sistemas agroalimentarios no son un ámbito excepcional de esta violencia. Desde las mujeres campesinas hasta las mujeres consumidoras, el sistema alimentario es sostenido en base al trabajo de las mujeres, que son a su vez las más invisibles de toda esta cadena y la defensa de los territorios empieza con la defensa de sus propios cuerpos.
Es necesario visibilizar que las mujeres alimentan al mundo, en su papel de productoras de alimentos y también en su papel, desigual, devenido de la división sexual del trabajo por el que son responsables de los trabajos que se relacionan con la alimentación en los hogares. A pesar de ello, hoy los derechos de las mujeres son una asignatura pendiente a la vez que una lucha que cada vez es más difícil de ignorar. Hoy desde distintos movimientos las campesinas, pescadoras, las trabajadoras agrícolas y las consumidoras son conscientes de que no es posible avanzar en el Derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria sin avanzar en el cumplimiento de los derechos de las mujeres y aprovechan este día para hacerlo visible.
En estos meses de Covid19 se ha hecho patente la esencialidad de las tareas de cuidados y también que la desigualdad agrava las repercusiones de esas crisis para las mujeres, tal y como se refleja en el estudio elaborado desde el grupo de mujeres del Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas para el Comité de Seguridad Alimentaria. Se ha constadado como en estos meses de confinamiento, muchas mujeres han convivido con sus agresores sin ninguna vía de escape. De nuevo las mujeres son las que más sufren en un contexto de crisis por un marco que heteropatriarcal construye narrativas, herramientas y prácticas que suponen una violencia simbólica imprescindible para que la violencia directa pueda darse.
Por desgracia sobran razones para la movilización y para gritar hoy más que nunca BASTA DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES.