26/09/2017
Las tres megafusiones de agronegocios: macabros verdugos de la soberanía de las y los agricultores
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Con cada vez más frecuencia, las corporaciones están dando forma al sistema agrícola mundial en favor de sus propios intereses. En los últimos 40 años hemos sido testigos de un cambio significativo en el poder, que ha pasado de los Estados nación a las corporaciones, convirtiéndolas en los motores del sistema agroalimentario mundial. En este cambio existen múltiples dimensiones, entre ellas la liberalización del comercio, la privatización, la desregulación y la nueva regulación a favor de los intereses corporativos, y la globalización corporativa. Este proceso ha provocado que las corporaciones tengan una autoridad mayor para dictar los sistemas de gobernanza y repartir el riesgo en los sistemas de producción y distribución, y ha generado oleadas de fusiones y adquisiciones que han dado como resultado la concentración corporativa. Los Estados nación siguen desempeñando un papel, pero no tanto como mediadores en las relaciones de poder entre el capital y las poblaciones nacionales. Los Estados están cada vez más subordinados a la lógica de la acumulación de capital, las economías de escala y la concentración de conocimientos técnicos y financieros. Esta era también ha ampliado de muchas maneras la financiarización del sistema. Desde el nacimiento del capitalismo, las finanzas han sido una característica inherente del sistema, el lubricante que da vida a los procesos de producción y distribución. No obstante, en la era contemporánea el capital financiero depende cada vez más de la ingeniería financiera para crear productos (como los derivados) que permiten obtener beneficios sin invertir en los procesos productivos.