Finaliza el proceso de negociación sobre las Directrices para Sistemas alimentarios y Nutrición en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial
Después de más de 2 años de proceso, finalizan las negociaciones de este texto. Las organizaciones y movimientos que forman parte del Mecanismo de la Sociedad Civil han manifestado su decepción y su preocupación por un proceso que ha puesto en cuestión incluso las reglas básicas del CSA.
En Octubre de 2018 el Comité de Seguridad Alimentaria acordaba comenzar un proceso político para la elaboración de las Directrices Voluntarias sobre Sistemas alimentarios y Nutrición. Desde los movimientos que trabajan por el derecho a la alimentación y nutrición adecuadas y por la soberanía alimentaria, se acogía este hecho con esperanza, ya que este proceso podría derivar en una herramienta para la transformación de los sistemas alimentarios. Se sabía que el proceso iba a ser complicado ya que el mismo título y el objetivo de vincular la nutrición con los sistemas alimentarios de una forma integral previsiblemente iba a encontrar múltiples resistencias.
A partir de ahí, comenzó un proceso que ha pasado por las etapas correspondientes, con consultas regionales en las que la Sociedad Civil participó muy activamente incluyendo los temas clave que previamente se habían definido conjuntamente en un documento colectivo de visión. Este proceso de Consultas regionales terminaba a finales de 2019 y en 2020 llegaba el año en el que correspondía el proceso de negociaciones. Si bien se había previsto que el proceso sería difícil, nunca se pudo pensar que sucedería en medio de una pandemia. Esta pandemia, ha supuesto tener unas negociaciones solamente virtuales con las limitaciones de participación que esto supone. Lejos de adaptar la metodología y los tiempos a la crisis en la que estamos, el CSA ha obviado la situación, entendiendo incluso que el modo virtual era más inclusivo y desoyendo las voces de los movimientos sociales que manifestaban todo lo contrario. Además de la pandemia, otro hecho ha condicionado enormemente estas negociaciones, la Cumbre de Sistemas alimentarios que se celebrará en 2021 y que muchos gobiernos han convertido en el espacio al que responder, a pesar de que el proceso de esta cumbre dista mucho de ser inclusivo, dejando fuera a la Sociedad Civil y estando afianzada en claros conflictos de interés con el Sector Privado.
Todo esto ha provocado un proceso con una presión muy alta para finalizar antes de la Cumbre, con horas y horas de negociación online en horarios en los que solamente algunas podían conectarse. Esta metodología se ha puesto además al servicio de los países agroexportadores y del poder corporativo, que han buscado un texto de directrices que no debilite en nada el status quo y que ha dejado fuera o prácticamente invisibles asuntos como el derecho al agua, la sostenibilidad, las dietas sanas y sostenibles o la agroecología. En un momento de crisis como el actual, se ha buscado proteger intereses por encima de derechos y se ha asistido incluso al intento de socavar el multilateralismo, ya que en un momento de la negociación ni siquiera las declaraciones de Naciones Unidas querían ser aceptadas si no era con un pie de página que las despojara de valor.
Por lo tanto, se llega a un escenario preocupante, ya no solo por estas directrices, sino por el propio funcionamiento del CSA, un espacio que se entendía como el más inclusivo dentro de Naciones Unidas y con una responsabilidad muy fuerte hoy frente a la seguridad alimentaria. El MSC así lo ha hecho saber durante todo el proceso y en su declaración final, en la que compartió sus preocupaciones. Tal y como se manifiesta en esta declaración, se abre ahora un proceso de reflexión en el MSC sobre si apoyará o no este texto, la pregunta a responder es en qué medida puede ser una herramienta para transformar los sistemas alimentarios hacia un modelo que realmente proteja al planeta y alimente a las personas de una forma justa.